El nuevo Barrio experimenta previo y durante la implantación del ASPO, una profunda desigualdad sociourbana. La falta de ingresos profundizó la situación de emergencia alimentaria, y dificulta satisfacer las necesidades básicas de subsistencia. Avanzaron en protagonismo con la organización del Comedor para la implementación de la asistencia alimentaria. El comedor ofrece el desayuno de lunes a viernes y una comida tres veces a la semana. Los alimentos son provistos por las Organizaciones Sociales que articulan con el Barrio.
No hay centros de salud cercanos al barrio. Profesionales de la salud de las organizaciones sociales que participan en el barrio llevan adelante un taller de autocuidado en salud comunitaria y prevención del COVID-19.
Las y los vecinos construyen un horno de barro y mejoran las precarias instalaciones del comedor para dar respuestas a la situación alimentaria durante el ASPO. El horno de barro se utiliza como desarrollo de un emprendimiento productivo, que no solo provee pan a las necesidades del comedor, sino que fabrican unos 25 kg de pan, que venden para comprar parte de los insumos necesarios del comedor.
La falta de acceso a servicios de agua (no solo en cantidad sino también en calidad) y saneamiento o de elementos básicos de higiene, limitan la posibilidad de contar con condiciones de salubridad para hacer frente a la pandemia por COVID-19. El problema del agua potable es un tema central y recurrente para las familias del barrio. Los vecinos instalaron tres bombas eléctricas, comunitarias, distribuidas en distintos sectores del barrio; pero, los motores de las tres bombas no funcionaban durante gran parte del día, producto de la muy baja tensión del tendido eléctrico. De esta forma, el acceso al servicio de agua segura, se convirtió en el principal problema del barrio durante el ASPO.
La empresa de distribución de energía eléctrica retira las conexiones que habían realizado los vecinos. Se organizan y cortan durante todo el día el cruce de las RP 1001 y RP21. "Nos están obligando a romper nuestra cuarentena, nosotros estamos viviendo ahí en el barrio sin luz y sin agua y que hacemos ahora, no tenemos nada prácticamente, hay mucha gente enferma y necesitamos, no importa que no se puede poner medidor pago, lo que sea, nosotros estamos dispuestos a pagar, pero necesitamos, nosotros tenemos miedo a salir afuera pero necesitamos, nos sentimos obligados." (Barbarita, vecina).
Video realizado por Matanza viva (comunicación comunitaria) sobre el reclamo en Gonzalez Catan
La empresa trae e instala un transformador para establecer nuevamente la electricidad en el barrio. Una vez restablecida la electricidad en la parte del barrio en la cual el suministro estaba cortado, la empresa se compromete a traer tres transformadores más para regularizar la situación. Las y los vecinos se organizan para realizar un nuevo tendido eléctrico.
Se confirma el primer caso positivo de COVID-19 en el barrio. La persona es atendida e internada por su obra social. La familia, las y los vecinas y vecinos que tuvieron contacto se aíslan por decisión propia. El gobierno municipal que no reconoce el barrio, no implementa el Operativo Detectar en el mismo.
Se pone en marcha el equipamiento necesario para la apertura del Hospital Dr. René Favaloro de Rafael Castillo. El mismo fue inaugurado por las autoridades provinciales, municipales y Nacionales. Después de un prolongado periodo con las obras paralizadas, abre sus puertas definitivas para la comunidad y para darle batalla a la pandemia de COVID-19. El mismo está ubicado a 3 kilómetros del barrio, de esta forma se transforma en el centro de salud más cercano.
Se presentan varios vecinos con síntomas característicos de covid. Las familias optan por el autocuidado y aislarse. Toman remedios caseros como prevención y aliviar los síntomas. Circulan opiniones de que los hospitales no son garantías de cura de la enfermedad.
Se realiza una movilización en Plaza San Justo. Participan varios barrios organizados y movimientos sociales reclamando provisión de agua potable. Las y los delegadas y delegados del barrio 17 de Septiembre son recibidos por primera vez por autoridades municipales. Se confecciona y se entrega un plano para instalar un caño de agua corriente desde el Barrio Armonía hasta el merendero.
Comienzan las actividades de apoyo escolar en el Comedor comunitario con el objetivo de reinsertar a las niñas y niños al sistema educativo. Casi la totalidad de los niños y niñas están desvinculados del sistema educativo. Por un lado, porque la mayoría no cursaban antes del ASPO en las escuelas cercanas a la toma de tierras, ya que vienen de distintas localidades del municipio y por otro lado, carecen de medios técnicos y de datos para conectarse con la institución educativa.
La baja de casos y el clima primaveral, favorece una mayor circulación, ya no solo dentro del barrio, los vecinos y vecinas comienzan a retomar “changas” (construcción, costura, y otros trabajos) y estrategias comunitarias para adquirir alimentos
La problemática respecto a la toma de tierras no cesa en el Distrito. Si bien el barrio se fue consolidando como un asentamiento estable, donde se fueron alcanzando un conjunto de objetivos que posibilitaron obtener mejoras en la infraestructura barrial (el trazado de las calles principales, la instalación de una red eléctrica y el tendido de la red comunitaria que provee de agua); el debate público generado por la ocupación y posterior represión en Guernica y la no resolución legal sobre la tenencia de los terrenos, genera incertidumbre entre los vecinos. Retornan las asambleas generales, que se habían limitado durante la mayor parte del ASPO.